1 de septiembre de 2021

Del ser digital al ser, la sociedad y el universo red

 El ser humano es un ser en red. En 1996, el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti reveló su descubrimiento de las neuronas espejo: se activan en el cerebro cuando se observa la ejecución de una acción por otra persona o cuando se representa mentalmente esta misma acción en el propio cerebro. Gracias a ellas, podemos deducir lo que los demás piensan, sienten o hacen. Explican los comportamientos empáticos, sociales e imitativos. "La capacidad de una persona para interpretar y responder a otra como si fuera ella es la clave de que el ser humano participe en el mundo, forme una identidad individual, aprenda a razonar, se haga social, desarrolle el lenguaje, establezca narraciones culturales y defina la realidad y la existencia."  (Rifkin, p.142)

Es la existencia del otro que me llama a una existencia propia y personal pero imbuída y enriquecida de alteridad. O sea, tengo personalidad propia solamente gracias a mi “enfrentamiento” (entendido solamente como “estar frente a”) con otras personas. Ya lo habían señalado Humberto Maturana y Francisco Varela en 1984, introduciendo el concepto de "acoplamiento social". 

Ésto nos obliga también a reconocer la genialidad de la "teoría del actor-red" (TAR) desarrollada por Bruno Latour, Michael Callon y John Law en los años ochenta (ver referencias al final). La teoría del actor-red concibe la sociedad como el producto dinámico de cadenas de asociaciones, constantemente actualizadas. Por ello, Latour preferiría llamarla “teoría de las asociaciones”, las cuales son producto de acciones que generan efectos, y Callon "sociología de las traducciones", siendo las "traducciones" el producto de las acciones de las personas. (Ver post sobre este tema en "Comunicación y conocimiento").

Latour, Callon y Law ponen el énfasis en el rol del sujeto humano y ven la sociedad como el producto del entrelazamiento de las acciones de las personas (lo social es el producto del "ensamblaje" de las relaciones). Latour se distanció de la “sociología clásica”, proponiendo redefinir la sociología como “el rastreo de las asociaciones", que toma en cuenta no solo las personas involucradas sino aspectos tecnológicos, legales, organizativos, políticos y científicos, incluyendo personas y objetos, pero a través de las acciones realizadas y los instrumentos utilizados.

El "modelo canónico" de la sociología deja de lado este tipo de "mediaciones intermedias", cuya investigación se exige en la TAR, prefiriendo "descripciones de la realidad de mayor envergadura y menor fidelidad" (Muriel, p.116). En efecto, "no resulta posible seguir todos esos desplazamientos, asociaciones y conexiones porque, de llevarlo al extremo, y con la dificultad añadida de que son movimientos efímeros, estaríamos siguiendo hasta cómo se enlazan las partículas al nivel subatómico antes de pasar a los siguientes niveles" dice Muriel, llegando a cierta exageración (ibidem).

Manuel Castells se inscribe en esta tradición clásica y concibe la estructura de la sociedad en sí-misma como un conjunto interconectado de nodos, o sea una red, considerando que hay una preeminencia de la morfología sobre la acción. Las tecnologías digitales, y en particular internet, son las facilitadoras y sostenedores del nuevo "tejido" de las actividades humanas, un tejido que es reconfigurable en función de las interacciones y donde se pueden distinguir diversos sectores (económico, cultural, etc. (Day, pp.70-71). 

Internet, y especialmente las redes sociales (social media), han modificado las formas de organización de la sociedad,  señalaba Manuel Castells en 2001:

 "Asistimos en la sociedad, fuera de Internet, a una crisis de las organizaciones tradicionales estructuradas, consolidadas, tipo partidos, tipo asociaciones de orientación directamente política, y además se produce la emergencia de actores sociales, fundamentalmente a partir de coaliciones específicas sobre objetivos concretos: vamos a salvar a las ballenas, vamos a defender tal barrio, vamos a proponer nuevos derechos humanos en el mundo, vamos a defender los derechos de la mujer, pero no con una asociación, sino con campañas concretas. Es decir, en general, en la sociedad hay un salto de los movimientos sociales organizados a los movimientos sociales en red en base a coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos. Internet es la estructura organizativa y el instrumento de comunicación que permite la flexibilidad y la temporalidad de la movilización, pero manteniendo al mismo tiempo un carácter de coordinación y una capacidad de enfoque de esa movilización." (Castells, p.16)

Y tanto como basados en temáticas específicas, tienden a basarse en valores compartidos: "Son movimientos de ideas y de valores". (ibidem)

Castells ve internet como un medio masivo, continuo e interactivo, un medio de interacción y de organización, y condición del desarrollo. Como consecuencia, las sociedades se estructuran cada vez más en torno a una posición bipolar entre la “red” y el “yo” (Alcalá, comentando "La Galaxia Internet" de M.Castells). 

 "Los sujetos se constituyen creando significado, y se asocian con otros buscando identidades de resistencia al poder de la red global (Castells, 2012). Dicha construcción de significado empieza por los individuos, pero para que suceda, deben asociarse con otros, lo cual sucede en el espacio de los flujos (Castells, 2005), en las redes virtuales." (Day, p.72)

Ésto vuelve a marcar la importancia de las conexiones personales, que pone en primer plano la teoría del actor-red.

El ser humano no es ni será un "ser digital" como se tituló la obra de Nicholas Negroponte en 1995. Pretender que el ser humano se vuelva digital, incluso tomando la afirmación como una metáfora, sería renegar de su naturaleza y reducirlo, prácticamente, a la condición de androide, como expliqué latamente en mi obra "¿Ser digital o ser humano?" (2015). 

Ampliando el panorama

En 2004, el neurocientífico y psiquiatra Giulio Tononi, catedrático de Estudios de la Consciencia en la Universidad de Wisconsin, publicó en la revista BMC Neuroscience su propuesta de "Teoría de la Información Integrada" (IIT) que describe tanto la calidad como la cantidad de la experiencia consciente de un sistema físico, como el cerebro, en un estado particular. El año pasado, Johannes Kleiner, matemático y físico teórico del Centro de Filosofía Matemática de Munich, y Sean Tull, matemático de la Universidad de Oxford, partiendo de esta propuesta, han sugerido que la consciencia está en todas partes a lo largo y ancho del universo, pero que se acumula en los lugares donde se necesita para ayudar a unir diferentes sistemas relacionados. Dicen que "la consciencia no es biológica en absoluto, sino que es simplemente un valor, phi, que se puede calcular si conocemos la complejidad de lo que estamos estudiando. [...] Si el cerebro humano tiene casi innumerables sistemas interrelacionados, entonces el universo entero debe tenerlos también." (Martínez). Así, los niveles de consciencia varían según la complejidad y el número de las interrelaciones. Ésto se parece a lo que postuló Teilhard de Chardin ya en 1919: todas las cosas tendrían dos aspectos íntimamente ligados: el “interior” (espiritual, que corresponde a la consciencia) y el “exterior” (material). La ley de la evolución sería que el desarrollo de la complejidad material (“exterior”) conlleva el crecimiento paralelo del aspecto interior. (cfr. “El potencial espiritual de la materia”, publicado en 1919, conceptos que aparecen luego en varias obras posteriores, especialmente "La energía humana", 1962).

¿Cuál es el punto que nos interesa? No es que Kleiner y Tull estén "trabajando para convertir IIT en un complejo algoritmo matemático" que mediría los niveles de consciencia, sino que todo se basa en la existencia de relaciones y que todo el universo - y no solo el ser humano o la sociedad - se basa en este "tejido de relaciones", es decir en redes dentro de redes.

Referencias

Alcalá, M.G. (2017): La Galaxia Internet: Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad, de Manuel Castells, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol.62 no.231. 

Callon, M. (1984). Some Elements of a Sociology of Translation: Domestication of the Scallops and the Fishermen of St Brieuc Bay. The Sociological Review, Vol. 32 issue: 1_suppl, 196-233. https://doi.org/gc6wfc 

Castells, M. (2001): Internet y la sociedad red, Universitat Oberta de Catalunya. 

Colle, R. (2015): ¿Ser digital o ser humano?, INCOM-Chile. 2a edición 2018

Day, M. (2019): El concepto de red en Manuel Castells y Bruno Latour, Universidad Nacional de Cuyo. 

Latour, B. (1983): Give me a laboratory and I will raise the world, en K.D. Knorr-cetina & M. Mulkay (Ed.), Science Observed, 141-169. London, Sage.

Martínez de la Fe, E. (2021): Nueva revolución en las teorías científicas sobre el origen de la consciencia, Tendencias 21

Maturana, H. & Varela, F. (1984): El árbol del conocimiento, Santiago de Chile, OEA.

Rifkin, J. (2010): La civilización empática, Barcelona, Paidos

Ure, M. (2017): De la alteridad a la hiperalteridad: la relación con el otro en la Sociedad Red, Sophia no.22 Cuenca ene./jun. 2017. https://doi.org/10.17163/soph.n22.2017.08