22 de diciembre de 2020

Memoria e historia digital (en peligro)

 "El 31 de diciembre de este año todos los navegadores abandonarán el soporte para el viejo Flash, una pieza fundamental para internet durante más de 20 años", advierte Tekcrispy, como también varias otras webs de tecnología. Flash se abandonó debido a sus problemas de seguridad. Para hacer frente a esta situación y no perder algo que fue parte importante de internet por 20 años, Internet Archive creó Ruffle, un emulador Flash que quedará a disposición de los interesados.

Esto nos viene a recordar, una vez más pero también pasado por alto tantas veces, que las "memorias digitales" se vuelven rápidamente obsoletas, creando un gran problema para la conservación de la historia. Hemos pasado de las cintas magnéticas a los floppydisks de variados tamaños, los disquettes, los CD y DVD, y estamos con las microtarjetas SD y los pendrives USB de capacidad cada vez más amplia, sin olvidar los discos duros, cuya capacidad también va creciendo.

Hay periódicos y revistas que cierran y sus archivos desaparecen. Un ejemplo (académico) muy cercano es la revista "Temas de tecnologías digitales de comunicación", que acumuló unas 20.000 noticias y decenas de artículos del área entre los años 2000 y 2004, que desapareció por cierre de su servidor, decretado "inútil" por la universidad que lo sostenía. No quedó respaldo alguno dado que las noticias se ingresaban al servidor a través de un PC de trabajo cuyo disco duro fue "limpiado" para servir a otra persona.

Pero si bien aún son legibles algunos tipos de cintas (aún usadas para respaldos de seguridad de corto o mediano plazo), y los CD y los DVD (aunque muchos PC requieren para ello un lector externo) cuya vida útil puede llegar a 100 años, el problema de los formatos puede ser mucho más complejo. Los softwares se actualizan más rapidamente o son definitivamente abandonados y, dado que muchos crean su propio formato de archivo, lo producido con ellos se vuelve inutilizable. A quienes trabajamos con computadores desde los años 1980 (o antes), lo hemos vivido repetidamente y, lamentablemente, hemos perdido -a veces- buenos trabajos. En lo personal, recuerdo una aplicación de estadística no-paramétrica que había programado para el Apple II y, con mucha pena, los cursos de auto-instrucción en Hypercard para los Macintochs de los años '90. Existen varios CD de la Pontificia Universidad Católica de Chile con un valioso material en Hypecard cuya elaboración tomó mucho tiempo para los profesores y programadores, y hoy son ilegibles.

Ante el crecimiento explosivo de la cantidad de datos producidos (ver gráfico), se buscan nuevos soportes de conservación. Se consideró el ADN, que "codifica, almacena y hace legibles cantidades masivas de información genética en espacios diminutos (células, bacterias, virus), de una manera muy segura y reproducible" pero el proceso es costoso y lento (Tendencias 21, 15/12/2020).  Lo más avanzado y prometedor por ahora es el almacenamiento en polímeros que pueden ser leídos por los poros de proteínas generadas por una bacteria, una tecnología "más rápida, barata, no destructiva y [que] proporciona detección de información a nivel de una sola molécula", según los inventores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) (ibidem). Esto puede resolver esencialmente el problema del espacio de conservación (miles de veces menor que los sistemas actuales) así como el de la contaminación energética, pero nada se dice del plazo de conservación.



Por ahora, podemos crear respaldos "en la nube", que se mantendrán mientras funcione dicha nube, pero nadie garantiza su tiempo de vigencia y menos que seguiremos contando con el software que puedan requerir. Incluso si conservamos las aplicaciones que los crearon, las actualizaciones de sistemas operativos pueden volver inútiles estas aplicaciones. Y los "conversores de formato" que podemos encontrar en internet no garantizan resultados adecuados (Acabo de probar varios conversores de .swf a MP4 o WAV, que me dieron un resultado que no respeta el código de tiempo -todo pasa en unos pocos segundos- y que no puede ser editado con una aplicación de edición de video como Audacity.) ¿Cuantas otras conversiones darán resultados igual de inútiles?

¿Cómo saber qué aplicaciones tendrán la más larga "vida"? Al menos algo tan común y de tanto uso como el Office ha mantenido su compatibilidad por más de dos décadas y tiene formatos utilizables con varias aplicaciones competidores (LibreOffice, OpenOffice, etc.). Pero es conveniente tener el cuidado de guardar los archivos en los formatos comunes más que en los formatos proprietarios. (¡A ponerse a convertir si no lo hemos hecho!!). El PDF también ha tenido una larga vida y es de esperar que la siga teniendo.

Google se ha dedicado a digitalizar millones de libros... ¡pero quizás estos libros en papel duren más que sus copias digitales! Es un problema para muchas bibliotecas y también para el acceso en línea. Y será un problema aún mayor para los historiadores en el futuro.

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