Danny Hillis es el padre de la "Connection Machine", el primer computador de procesamiento paralelo, que imaginó viendo como el cerebro hace innumerables operaciones en paralelo para tomar decisiones (y no operaciones sucesivas -"lineales"- como los computadores clásicos). Fundó en 1982 la Thinking Machine Corporation, en Waltham (Ma, EE.UU.) para construirlo. Le siguieron otros modelos cada vez más poderosos, hoy en uso en la fábrica de aviones Lockheed, el gobierno americano, compañías petroleras, etc.
Entre 2007 y 2015, el número de conexiones de su máquina pasó de 1 millón a 100.000 millones, con lo cual enormes problemas se resuelven en fracciones de segundo. Y versiones muchísimo menores ("4 núcleos", "8 núcleos") ya estaán en los PC y los teléfonos, permitiendo el uso de "asistentes personales" en "tiempo real", e.d. con respuesta instantánea.
Piense ahora en la cantidad de procesadores (computadores, tabletas, teléfonos) conectados en red a nivel mundial. ¿Puede imaginar el poder de cálculo, de resolución de problemas, que representaría el hacerlos funcionar simultáneamente ("en paralelo") para solucionar grandes problemas? Como lo saben también Hillis y todo quien trabaje con computadores paralelos, el verdadero problema (enorme) es programar este conjunto para que los flujos de datos no choquen entre sí sino se complementen e integren. La programación paralela es sin duda la más compleja que existe... y se trata de utilizar estos mismso computadores para ayudar a mejorarla.
La "compresión del espacio-tiempo", como la llamó el sociólogo americano Donald Janelle ya en 1966, es el resultado de estos avances: la velocidad anula el espacio y rompe antiguos hábitos espaciales. (No necesito viajar a Bélgica para hablar cara-a-cara con mi hermano: puedo usar Skype.) ¡Todos los medios de transporte han quedado obsoletos, aunque aún nos guste usarlos... o nuestros jefes nos obliguen a usarlos para ir a la oficina (cuando, muchas veces, el teletrabajo sería más efectuvo y es más ecológico). Para pasar del caballo al tren y luego al avión bastaron 150 años. Y 88 para pasar el teléfono de Graham Bell (1876) a la primera videoconferencia (1964) y 36 más para el videochat.
El espacio "colapsó" y ésto no puede sino significar un cambio radical en la civilización. Ir cada vez más rápido es clave para los negocios. Y controlar el tiempo, controlando la velocidad (hasta llegar a la instantaneidad) es obtener un inmenso poder, el mayor de la historia. Las guerras, que eran de control de un territorio, serán ahora para controlar el tiempo, dice Cooper ("The Seventh Sense", p.204). Y pasamos de las redes de telecomunicaciones de 2G a 3G, luego 4G y 5G, cada vez más rápido y con más capacidad. Y, sin duda, se seguirá tratando de acelerar. Janelle, en 1966, consideraba -como muchos- que la velocidad del sonido era la gran barrera o límite. ¿Que diría hoy?
¡La barrera es la velocidad de la luz! Y se trabaja en procesadores ópticos, mucho más rápidos que los actuales electrónicos, basados en transistores.
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