20 de septiembre de 2022

La nueva dinámica de la escritura

La escritura nació entre el 3500 y el 3300 a.C., en Sumeria y era asunto de especialistas (escribas) después de comerciantes (registraban sus acuerdos, precios y medidas) y una forma casi digital: el cuneiformo (combinación de impresiones de un punzón de punta triangular). Desde entonces, siguió siendo un medio estable de comunicación, prácticamente ajeno al dinamismo del diálogo (el diálogo - si así podía llamarse - significaba enviar una carta y esperar la respuesta).

Hasta que llegó la informática unida a las redes de telecomunicación. En 1981, por primera vez, dos computadores, los de la Universidad de Yale y de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EEUU), lograron un enlace directo, dando inicio a la que más tarde sería la gran red académica mundial BITNET (“Because It's Time NETwork”) y una primera forma de chat.

Los dichosos poseedores o usuarios de computadoras conectadas a la red podían ahora comunicarse instantáneamente. Hasta entonces, leer y escribir eran dos acontecimientos separados. Desde entonces, además de la lectura tradicional, "se escribe para leer y se lee para escribir", dice Roger Chartier (2022: 29). Y aún más desde la aparición de las redes sociales en internet.

"Estamos ante una profunda revolución relacionada con la integración de las prácticas de leer y escribir en una sola acción. Esta nueva relación escritura-lectura se ha hecho evidente en inglés con la palabra wreaders (write and read), que significa la alternancia entre leer y escribir y escribir y leer. Los nativos digitales ya son wreaders, lo que significa que son hábiles en el uso de las redes sociales, fundamentalmente; para quienes no pertenecen a esta nueva realidad hay una distinción fundamental en el soporte: por un lado, está el objeto leído —el libro— y por otro, los soportes en los que escribir como la carta, el cuaderno, el diario íntimo." (ibidem)

Y Chartier se pregunta: "Los que escriben son escritores?"

"No sé cuál es la palabra que definiría el acto de escribir sin tener la consagración de escritor. [...] El tejido cultural en la sociedad digital exige leer y escribir, pero la palabra escritor aún evoca a la producción intelectual, estética, científica. Y es ahí donde se evidencian las contradicciones del momento que vivimos." (ibidem: 31). 

Y nos recuerda que "en el castellano del Siglo del Oro “cuerpo” significaba a la vez “libro” y “humano”" (ibidem). ¿Es el libro digital aún un cuerpo? Copiar algún pasaje era una tarea penosa. Hoy día, me hago en resumen de los "ebooks" y artículos que leo con un rápido copiar-y-pegar (como en este post): soy un "lector-escritor". ¡Pero escribo sin tipear, sino "pegando"! Pero pegar también significa golpear. ¿Golpeo a alguien? ¿O solo a mi teclado? ¿Todavía se puede llamar "redactar"? ¡Gracias a Dios, de este modo aún puedo transmitir conocimientos! (O es lo que creo). Aún así me pongo intranquilo al leer que, para Chartier, "No hay equivalencia entre libro físico y pantalla; no la hay entre la lógica algorítmica y la lógica topográfica" (ibidem: 34). Pero mi post, mis artículos y mis libros no son un producto algorítmico.

Los algoritmos que seleccionan textos (incluyendo los robots redactores) o nos hacen recomendaciones sobre la base de lo que saben de nosotros, casi todos productos hoy de una IA. ¿Son autores? Dice Chartier: "El algoritmo es lo contrario al deseo y su sustitución por lo ya deseado; es lo contrario a la lectura —en los libros y también en los diarios— como viaje, como aventura, como descubrimiento que invita a detenerse en un momento determinado ante la sorpresa" (p.31). ¡La lectura ya no es lo que era tampoco!

Aquí hay un gran riesgo, como advierte Chartier: 

"Se desarrollan nuevas formas de textualidad y de escritura que tienen como paradigma la velocidad, la desatención y, por tanto, han perdido también la capacidad crítica. No existe una autoevaluación en esta nueva relación lector-escritor y eso da pie a la generación de las teorías más absurdas y a las manipulaciones más evidentes, en particular en el polémico campo de la política." (p.32)

Otra forma de "escribir" que era una infracción ética se ha vuelto ahora una forma común aceptada: la copia, a través de los reenvíos en las redes sociales. Pero no se trata realmente de un plagio, ya que no se pretende ser el autor, pero es "una copia de una obra ajena" como dice la Real Academia. ¿Son una nueva forma de escribir? Parece al menos ser una forma de expresar un acuerdo con lo que otro escribió.

La tecnología, incluso a nivel de "apps" para smartphones, a avanzando al punto de facilitar la creación de "obras" audiovisuales compuestas de fragmentos extraídos de filmes y series de televisión. Tal vez los mayores cambios se den en la producción de cine aficionado, dados la sofisticación del hardware y el surgimiento de aplicaciones como los «vids» compuestos de fragmentos extraídos de producciones televisivas o films de éxito. ¿Plagio? ¿Creación? En todo caso, creatividad, pero ¿con una autoría múltiple? (Y sin reconocimiento de los autores originales.)

La escritura en redes sociales también ha adquirido un componente gráfico intra-texto, que no tenía: los emojis (o emoticones), nacidos hace 40 años con el primer :-) inventado por Scott Fahlman, profesor de informática en Carnegie Mellon. En lugar de escribir varias palabras, basta un clic en uno de estos para expresar un sentimiento, sugerir una acción o referirse a algún objeto. (Y nadie se preocupa de quien creó el emoji, aunque los gestiona Unicode.)

Pero el emoji también ha adquirido otra función: una suerte de código secreto para reemplazar palabras clave. Así, el emoji de la zanahoria se usa para reemplazar la palabra "vacuna" en los mensajes antivacuna en redes sociales, para evitar su detección y eliminación en Facebook, dado que sus algoritmos analizan el texto pero no toman en cuenta los iconos.

"Los gigantes tecnológicos usan algoritmos para rastrear sus plataformas en busca de contenido dañino. Pero estos están preparados sobre todo para detectar palabras y textos, indicó Hannah Rose Kirk en un blog del Instituto de Internet de Oxford: [...] `Están entrenados con innumerables libros, artículos, sitios web e incluso la totalidad de Wikipedia en inglés, pero estos textos rara vez incluyen emojis.´ [...]

Y las plataformas de redes sociales ya han recibido críticas por no bloquear o eliminar emojis de monos y plátanos cuando se publican como expresiones racistas en las cuentas de futbolistas negros. [...]

`Es una forma moderna de esteganografía: escribir y ocultar un mensaje a simple vista pero de tal manera que, a menos que se sepa dónde mirar, no se ve´, afirmó el profesor Alan Woodward, experto en seguridad cibernética de la Universidad de Surrey." (Redacción BBC News, 17/09/2022)

Y del teclado de la máquina de escribir, reproducido como periférico del computador, se ha pasado a un teclado gráfico que aparece en la pantalla táctil. ¡Otra forma de redactar! ¿Pronto los millenials - y sus sucesores - no sabrán ya lo que es un teclado físico? ¡Y no sabrán por que se llama así! Es posible, además, que solo utilicen comandos de voz... ¿Adiós a la escritura? Para ellos quizás, aunque no podrán sustraerse a la alfabetización y a la lectura. Y los científicos y maestros no podrán sustraerse a la escritura de verdaderos "cuerpos" de conocimientos. Tampoco los periodistas, si interpreto bien a Chartier:

"Quiero subrayar que, a la hora de transferir conocimiento, en la educación o en la información, nada puede sustituir a la palabra escrita sobre un soporte, cualquiera que sea." (Chartier, 2022: 34)

Ni las "apps" de "voz-a-texto" (que salvan a algunos padres de leer algunos textos a sus hijos pequeños, aunque es un error psicológico) pueden transmitir información científica. ¡Al menos una amplia categoría de escritores se salva!

Se ha evidenciado también la copia (¿cuasi-plagio?) de funciones y estilos entre diversas redes sociales. Así, por ejemplo, las “Instagram Stories”, de Facebook, permiten publicar contenidos efímeros al igual que en Snapchat. Al respecto, el sitio de internet especializado en tecnología “Recode” observó que:

“En realidad, nadie se preocupa por la originalidad en los medios sociales. Si lo hicieran, nadie se habría unido a Facebook, porque era un flagrante plagio de Friendster. O nunca habrían utilizado los stickers de Facebook Messenger  porque fueron tomados de WeChat o donde sea”. (Citado por Isla Isuiza)

Aquí, no se trata de escritura "de contenido" sino de ingeniería inversa (decodificar) para escribir un nuevo código que imita el original. ¡Es una nueva forma de "leer", para luego escribir!

Y hay incluso formas más sencillas de copiar ciertas formas: la @ que introdujo Twitter es usada por Facebook y a pasado a ser prácticamente de uso universal, como también sus hashtags (#).

"Escribir" para las nuevas generaciones ya no es ni será lo que fue para quienes nos formamos en el siglo pasado. Pero la academia deberá preocuparse de enseñar la forma "tradicional" de escribir y qué es ser escritor, que ya no es lo mismo que ser autor (concepto, ahora, mucho más amplio).

La escritura tiene otra virtud (o defecto, para quien quiere permanecer anónimo): lo que escribes delata quien eres.  Aunque, según los científicos, existe en el cerebro una "red lingüística universal" (Espinoza, 2022), el lenguaje utilizado revela donde nació su autor y cual ha sido su formación. Las palabras y las figuras retóricas muestran incluso en que época nació. El lenguaje es como el ADN. Un traductor automático como Google Translate no lo puede ocultar, aunque un buen bilingüe pueda reparar en fallas de la traducción y corregirlas.

Pero extraer este tipo de información - lo cual, quizás, solo puedan hacer los lingüistas - puede no ser muy sencillo en el caso de los bilingües. Se ha notado que, al expresarse en su segundo idioma conservan muchas veces estructuras de su idioma nativo, pero la identidad de éste no es siempre detectable. Por el contrario, "A cualquier hablante de al menos dos idiomas le ocurre alguna vez que no es capaz de encontrar una traducción exacta para una palabra, por lo que se ve obligado a expresar esa idea mediante una definición más larga" (González, 2022). Incluso los idiomas se van enriquecidendo adoptando palabras ajenas. El español es una buena muestra, con su herencia árabe.

Hace más de cincuenta años que vivo en Chile y escribo en español. ¿Ha detectado el lector que soy originario de Bélgica y que mi formación fue en francés? ¿O que fui primero bilingüe francés-neerlandés? [Por falta de uso, el neerlandés pasó a ser mi cuarta lengua; le ganó el inglés como tercera.] Y como prueba de la afirmación de F. González, puedo revelar que traducir al francés mi obra "La ciencia y el espíritu" fue un real desafío porque la palabra "mente" no tiene, en francés, una traducción que la diferencie de "espíritu" (aunque existe el adjetivo "mental"). Y, del mismo modo, hay palabras francesas para las cuales es difícil encontrar un equivalente en español.

¿Que pasará con el metaverso? 

"Si bién es cierto que la experiencia inmersiva y la fusión entre lo real y lo virtual — que propone el metaverso — viene dispuesta a culminar un nuevo modo —y probablemente, en poco tiempo, el hegemónico— de aproximarse al mundo y decodificarlo, desplazando artefactos antiguos que no ofrezcan los atractivos de un entorno dinámico e interactivo, como bien podría ser el libro en papel. Pensar que la irrupción de esta tecnología de tecnologías no traerá consecuencias inmediatas en la transmisión del conocimiento, en el proceso creativo de los escritores y en la experiencia lectora, tal y como la conocemos hasta la fecha, sería pecar de ingenuidad." (Pallares, 2022: 38)

Podremos ver el mundo (y otro mundo) a través de las gafas de realidad virtual o aumentada. Esta (otra) pantalla será otra extensión de nuestro cuerpo (¡si decidimos utilizarla!), suprimiendo el límite físico que hasta ahora nos separaba de las pantallas que ya usamos. Pallares advierte que ésto "traerá consigo inmensas implicaciones en todos los campos: también para la creación literaria y la experiencia lectora" (ibidem: 39). Algunos de los medios antes señalados ya "vienen perfilando un consumo más pasivo de los contenidos y menos exigente de lo que la lectura lineal requiere" (ibidem). Ya hemos dicho que ésto cambia nuestro cerebro y la experiencia de la lectura y la escritura. El avatar será nuestra nueva carta de presentación social. ¿Será el metaverso "un lugar en el que la creciente tendencia a la autoficción en el campo literario encuentre un medio natural, con un escritor-avatar o un lector-avatar hechos, a la vez, personaje y producto de sí mismos"? (ibidem) ¿Tendrá sentido ahí hablar de escritores e incluso de escritura? "El aprendizaje se vuelve interactivo, tridimensional y lleno de elementos digitales dinámicos. Las propuestas de consumo de ficción literaria podrían seguir un camino similar. ¿Continuaríamos hablando entonces de literatura?" (ibidem: 40). (Aconsejo la lectura de la novela "Ready Player One" que alude a ese futuro pero incluye recuerdos del pasado de los videojuegos. La película derivada no refleja en absoluto el texto.)

Como teme Pallares, ahí ya no quedaría posiblemente espacio para la imaginación del receptor, aunque el medio estimularía la del autor. Podría ser un "contador de historias", pero ya no sería escritor (a no ser que se compare con el escritor del guión de una película).

"Seguro que el metaverso trae consigo inmensos avances en términos de conectividad social. Pero en lo que respecta a la literatura debemos preguntarnos si es así como queremos crearla y leerla. Si estamos dispuestos a desplazar nuestros hábitos lectores en favor de una tecnología del espectáculo." (ibidem: 41) 

No todo es negativo: espero que haya quedado claro. Pero escribir hoy no es como "ayer". El texto es diferente y su elaboración también. "Asumirlo nos abrirá un universo de posibilidades para la creación, para nuevos formatos de escritura", dice Chartier (p.34). Y la publicación digital podrá tomar nuevas formas. Ya permite combinar mucho más fácilmente texto e imagen y enlazar textos con hiperenlaces (ofreciendo al lector alterar la secuencialidad), pero la creatividad puede aún reservarnos otras formas.

Referencias

Chartier, R. (2022): Existen muchas formas de comunicar, pero lo que se consume en todos momentos en las pantallas es la escritura, Conversación con Juan M. Zafra, revista Telos 120: 27-34 (¡Volúmen entero muy recomendable!) 

Espinoza, F. (2022): Neurocientíficos identifican una "red lingüística universal" en el cerebro humano, Deutche Welle, 26/07/2022

González, M. (2022): 10 palabras de lenguas originarias de México que difícilmente pueden traducirse al español, BBC Mundo, 1/09/2022

Isla Isuiza, R. (2016): El amplio historial de copia de Facebook y otras redes sociales, El Comercio, 06/08/2016

Pallares, N. (2022): La creación literaria y la experiencia lectora en la era del metaverso, Telos 120: 37-41.

Redacción BBC News (2022): Cómo el emoji de la zanahoria se convirtió en un código secreto en internet para camuflar contenido antivacunas, BBC News Mundo, 17 septiembre 2022

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