25 de julio de 2019

Los peligros de los juegos con selfies

El más famoso de este tipo de juego es probablemente FaceApp,  que utiliza inteligencia artificial para mostrar distintas apariencias de uno mismo y se ha transformado en viral. Pero ya se sabe que es de origen ruso y que recolecta datos privados del usuario presentes en su smartphone.
En el caso de FaceApp, la alerta es importante pues la información biométrica de cada persona se está convirtiendo en la llave a nuestro mundo digital. "La autenticación biométrica de reconocimiento facial es ahora una tecnología doméstica regular, pues tiene el potencial de proporcionar niveles increíbles de seguridad. Por ejemplo, algunos ya lo usamos diariamente para desbloquear el smartphone. Entonces imaginemos qué sucede si ponemos a disposición nuestros datos para facilitar el acceso a alguien más a algo tan personal como nuestro dispositivo móvil." (Cita de Fortinet en Infosertec, 23/07/2019)
Pero FaceApp no es la única app que "lee" y modifica los rostros: son varias. Para cada una de ellas, si las utilizamos (o las dejamos en manos de nuestros hijos, que gozan con ellas), ¿hemos verificado las condiciones del servicio y la política de privacidad? ¿O hemos "dejado la puerta abierta" a que utilicen nuestra cara (o la de parientes o amigos) para lo que sea, incluso penetrar en cuentas reservadas que requieren una cara a modo de password?

Existe por cierto un vacío legal en cuanto a normativas sobre reconocimiento facial y este es aún lejos de ser perfecto: un estudio del MIT determinó que "un índice de error de hasta un 34,4% más alto para las mujeres de piel más oscura que para los hombres de piel más clara a la hora de reconocer sus rostros" (Hpertextual, 17/06/2019), lo cual no quita que varios smartphones ya lo ofrezcan como clave de acceso.

Sin embargo, la policía de varios países y las compañías aéreas han empezado a crear bases de datos biométricos de la huella dactilar y la cara de los ciudadanos (como de los más de 500 millones de habitantes de la UE). (ibidem).

En otras palabras, nuestra cara está ya en muchas partes (partiendo por nuestra cuenta en Facebook o Google) y es mejor no pensar en ella como método de identificación de acceso a cuentas personales sensibles o a los smartphones.

Y no olvidemos que a todas nuestras fotos publicadas en Facebook esta empresa agrega un código de reconocimiento que le permite "seguir la pista" a todas las copias de las mismas que se pueden esparcir por la red, adquiriendo luego datos de quienes las reprodujeron.