28 de noviembre de 2014

La "inteligencia" de la "internet de las cosas"

La Internet de las cosas no funciona sin las aplicaciones basadas en la nube para interpretar y transmitir los datos procedentes de todos los sensores que empiezan a invadirnos en "vestibles", en aparatos de la casa y en las ciudades. "La nube es lo que permite a las aplicaciones  trabajar para usted en cualquier momento y en cualquier lugar". (Daniel Burrus, Wired, 21/11/2014)

Cuando consideramos las ramificaciones de la conexión de una amplia gama de sensores de recolección de datos, dispositivos y máquinas, lo que es importante tener en cuenta es que la información se traduce en acción a un ritmo que nunca hemos visto antes. Nos estamos acercando a un mundo con tiempos de reacción infinitesimales, respuestas inmediatas a las condiciones cambiantes, y un control sin precedentes en la gestión de activos y recursos.

La Internet de las Cosas (IoT) cambiará los modelos actuales de operación de la industria, creacrá nuevos servicios y nuevos productos. No hay sector alguno donde no tenga el mayor impacto; va a interferir con todas las industrias imaginables, incluyendo la agricultura, la energía, la seguridad, la gestión de desastres y la asistencia sanitaria, sólo para nombrar unos pocos.

Tenemos sensores que pueden medir la fuerza, carga, torsión y presión; sensores que pueden olfatear gas y productos químicos; sensores que pueden oír las vibraciones sonoras y distinguir diferencias acústicas; sensores que pueden medir temperaturas, detectar movimiento, velocidad y desplazamiento; identificar la posición, presencia y proximidad. En otras palabras, tenemos la capacidad de reunir información de inteligencia casi ilimitada en tiempo real.

Una de las mayores ventajas de las tecnologías inteligentes es la capacidad de predecir y prevenir problemas desde cualquier lugar. Una casa podrá saber cuándo vas a llegar porque está conectada a un sensor en tu coche o tu teléfono inteligente. Es más segura una casa que enlaza los detectores de humo, sistemas de seguridad y consola de información y entretenimiento a tu teléfono.

Habrá optimización de los hospitales, con sensores que podrán detectar las bacterias en el equipo y materiales inteligentes que podrán detectar los virus que pueden haber viajado con un paciente enfermo.

Vamos a llegar a tener autopistas y vehículos inteligentes, fábricas, granjas, y redes eléctricas inteligentes. Esto no es fantasía: es una proyección basada en hechos cuantificables, hechos que no se pueden cambiar. (Adaptado de revista Wired)

21 de noviembre de 2014

¿Ciudades inteligentes?

Esta semana tuvo lugar en Barcelona el congreso mundial de ciudades digitales, Smart City Expo. Cada vez más sensores pueblan las urbes con el fin de detectar problemas, automatizar tareas y aportar datos para que, tras su análisis (con herramientas de big data), los servicios públicos puedan optimizar la gestión de los municipios y brindar mejores prestaciones a los ciudadanos. 

Jeremy Rifkin, autor de "La sociedad de coste marginal cero" señaló que hay tres ejes hacia los que nos movemos en este nuevo escenario: la transformación del consumidor en ‘prosumidor’, es decir, en productores, de mano de la impresión 3D, las apps móviles, etc.; el surgimiento del procomún colaborativo, “un escenario en el que todo el mundo trae la información, crea un servicio y lo pone a disposición de todo el mundo, de forma que el beneficio empresarial casi no existe”; y la tendencia de administrar la información con el big data procedente de fuentes muy diversas (como las redes sociales y los múltiples sensores desplegados por todas partes).

Íñigo de la Serna es el alcalde de Santander, la primera ciudad española que empezó a trabajar en el concepto de urbe inteligente, y el presidente de la RECI (Red Española de Ciudades Inteligentes), quien reconoció tener dudas del escenario futuro. (Algunos opinan que sería el "Gran Hermano".) Esta realidad hará, según De la Serna, que “el planteamiento del sistema económico del futuro sea muy diferente al sistema capitalista del sistema occidental que conocemos”.

Para Eduardo Navarro del Carvalho, chief commercial digital officer de Telefónica, la revolución digital y el concepto de smart city que implica no ha llegado aún, por la complejidad que conlleva desplegar este tipo de proyectos que precisan de la actuación de múltiples jugadores. Para él, hay que “dejar de hablar del big data y hacerlo del dato útil y responsable” y, también, apostar por plataformas de ciudades inteligentes “interoperables, basadas en estándares y abiertas, y ubicadas en modelos cloud” para un acceso cómodo.

¿Inteligente?
Se ha tomado la costumbre de aplicar este calificativo a aparatos y aplicaciones que se destacan por sus nuevas funciones. Pero sería conveniente revisar el uso de dicho concepto, so pena de menospreciar cada vez más lo que nos hace humanos.
La inteligencia es la aptitud que nos permite resolver problemas en situaciones complejas. Sus principales características son su capacidad de aprender rápidamente por sí-misma y de ajustar su estrategia a medida que adquiere nueva información, de jerarquizar y diferenciar lo importante de lo secundario, de evaluar las relaciones entre medios y fines, de utilizar el azar para hacer descubrimientos, de reconstituir una configuración global a partir de indicios fragmentarios, de reconocer lo nuevo sin reducirlo a esquemas conocidos, de innovar en estas circunstancias nuevas y de utilizar todos los recursos de los cuales puede disponer. Así, la inteligencia no puede desarrollarse plenamente sin un sistema de acumulación de experiencias: su base es la memoria y la posibilidad de acceder en forma reiterada a la memoria es lo que asienta la relación dinámica entre inteligencia y conocimiento. De este modo, su asiento más evolucionado es el sistema nervioso y la “máquina” cerebral.  A diferencia de las máquinas artificiales que resuelven problemas de otros, el organismo y la "computación viva" resuelven sus propios problemas. Es una “computación de sí mismo, por sí mismo, para sí mismo” dice Edgar Morin (El método, t.3: "El conocimiento del conocimiento", p.42). Debemos recordar que “La facultad de comprensión humana es irreductible a cualquier esquema numérico” como mostró Roger Penrose ("Las sombras de la mente: Hacia una comprensión científica de la conciencia").

14 de noviembre de 2014

Big Data: ¿Qué hacen con ellos?


Las empresas de internet - como muchas otras - acumulan una cantidad enorme de informaciones, superior a lo que es posible humanamente conocer y manejar. Facebook, Google y otros realizan un seguimiento permanente de sus usuarios y acumulan estas informaciones. Incluso los medios de prensa pueden conocer los intereses de sus lectores. Son cantidades ingentes de datos, que conforman conjuntos gigantescos llamados por ello “big data”. Con los móviles y las redes sociales, las empresas conocen nuestras listas de amigos, nuestros gustos, donde hemos estado, y más.

¿Para qué?

Analizando o vendiendo estos datos, las empresas pueden obtener mayores beneficios gracias a la información que inocentemente les entregamos. 
Alex “Sandy” Pentland, un científico de los datos, afirma que la capacidad de recoger estos datos sobre nuestro comportamiento permitirá a los científicos desarrollar “una teoría causal de la estructura social” y, finalmente, establecer “una explicación matemática de por qué la sociedad reacciona como lo hace” en todo tipo de circunstancias...e incluso predecir comportamientos.

Se espera que el marketing predictivo personalizado utilizando los datos sociales sea una de las áreas de negocio que más se beneficiarán de la minería (análisis) de big data en los próximos años, a pesar de que el 71% de los directores de marketing de todo el mundo dicen que su organización no está preparada para hacer frente a esta explosión de datos en los próximos 3 a 5 años (Business Insider, 12/05/2014). Y es que analizar estas montañas de datos que modo que se obtenga información útil no es tarea fácil, como lo muestra el hecho de que los grandes "recopiladores" intenten recurrir a la inteligencia artificial.

La cantidad de aplicaciones y usos posibles no ha dejado indiferente la Comisión Europea. Ha pedido a los gobiernos nacionales que “abran los ojos ante la revolución del Big Data” y, además de establecer una serie de centros de supercomputación de excelencia y crear una incubadora de datos abiertos, ha propuesto realizar una cartografía de normas sobre datos, identificando las posibles lagunas y proponiendo nuevas reglas en lo referente a la “propiedad de los datos” y a la responsabilidad del suministro de los mismos (TICbeat, 5/07/2014).

Quiénes y cómo

Facebook, Twitter, LinkedIn y otros están comenzando a utilizar técnicas de inteligencia artificial para desarrollar su capacidad de aprendizaje “profundo” a partir de los datos que acumulan a través de sus redes, desde las conversaciones hasta el reconocimiento facial de las fotos y la actividad en los juegos. Así, tienen el potencial de ser mucho más personalizados. Y hacen emerger nuevos campos de marketing: la agrupación de audiencia (clustering), el marketing predictivo y el análisis de los sentimientos frente a las marcas. Facebook dispone para ello de un laboratorio de investigación dedicado a la inteligencia artificial (IA); Google adquirió DeepMind, una compañía que agrupa los mejores talentos en IA y crea algoritmos de análisis para el e-comercio; LinkedIn compró Bright, una compañía parecida, que desarrolla algoritmos de selección de trabajos; Pinterest adquirió VisualGraph, que reconoce imágenes. (Wired, 24/04/2014).

Greg DeMichillie, director de gestión de productos de Google en la “nube”, anunció que, en 2015, la empresa se centrará en el lanzamiento de herramientas y servicios que facilitarán las operaciones con grandes datos. Será “Google Cloud Dataflow”, un servicio gestionado de procesamiento de datos, diseñado para crear canales de datos que “ingieran, transformen y analicen los datos, tanto en lotes como en flujos transmitidos”. (ComputerWorld, 26/06/2014). Pero van más lejos: la totalidad de nuestra información genética podría almacenarse en la nube gracias a Google Genomics. Tan sólo el genoma de una persona puede alcanzar los 100 GB de información. Google ya ha logrado conseguir la información genética de 3.500 personas y la almacena en los servidores de la compañía. Almacenar el genoma cuesta USD $25 al año.(FayerWayer, 7/11/2014). [¿Quedará separado de los otros datos personales y más privado, o también será comercializado a terceros?]

Microsoft ha lanzado un servicio en la nube llamado Azure Machine Learning (AzureML), un sistema de aprendizaje Automático (ML) que permite analizar los big data para reconocer patrones y extraer valor. Ofrece una interfaz tipo web de arrastrar y soltar para colocar fácilmente las piezas del rompecabezas y extraer información  sobre la base de conjuntos de datos complejos. (Evenbrite.ca, 13/11/2014).

IBM está invirtiendo miles de millones de dólares en su división de investigación dedicada a lo que llaman "computación cognitiva", un término que la compañía utiliza para referirse a las técnicas de inteligencia artificial relacionadas con su supercomputador Watson. Los esfuerzos de investigación son de largo alcance, e incluyen el desarrollo de componentes electrónicos conocidos como chips de neurosinápticos, que tienen características modeladas en base al funcionamiento de los cerebros biológicos y son más eficientes en el procesamiento información sensorial. A pesar de ello, algunas empresas e investigadores que han estado probando sistemas Watson señalan haber tenido dificultades para adaptar la tecnología y hacer que funcione con sus conjuntos de datos. "No está despegando tan rápido como les gustaría", señaló el profesor de administración en la Escuela de Negocios de Copenhagen, Robert Austin, que ha estudiado la estrategia de IBM durante los últimos años. "Esta es una de esas áreas en las que hacer que una demostración se convierta en algo de valor empresarial real depende de detalles poco conocidos." (TechnologyReview.es, 7/11/2014)

Y es que la "inteligencia artificial", si bien tiene unos 50 años de historia, aún tiene muy poco de inteligente. Aunque los sistemas más avanzados utilizan métodos inspirados en la estructura del cerebro (como las redes neuronales artificiales, simuladas en supercomputadores, que facilitan el reconocimiento de patrones) o sus procedimientos (como el reconocimiento de secuencias de operaciones), estamos lejos de acercarnos a la capacidad del cerebro humano (con sus 100 billones de neuronas, 10E15 conexiones y 10E27 operaciones por segundo y por neurona).   [Se describen algunos procedimientos aquí]
Más vale no hacerse ilusiones acerca de sus avances. Empresas como Netflix pueden extraer tendencias y ofrecer contenidos cercanos a los intereses de sus clientes (como también pueden hacerlo los medios de prensa), pero no se requiere inteligencia artificial para ello: solo un buen sistema de clasificación y una aplicación estadística básica.
Puede ser útil pero ¿hasta que punto es "inteligente" ofrecer "más de lo mismo" con estos sistemas de marketing predictivo?

7 de noviembre de 2014

Cómo nos cambia internet y cómo hacerle frente

La investigación tanto psicológica como neurológica ha avanzado rápidamente desde los inicios de internet y conocemos cada vez mejor las consecuencias de estar "permanentemente conectados". El cerebro es eminentemente plástico y las conexiones entre nuestras neuronas se reorganizan a cada momento. Cambian con las circunstancias, las experiencias y las necesidades. Escaneando cerebros mientras los sujetos hacían búsquedas en Google, Gary Small, catedrático de Psiquiatría en la UCLA, observó que los que más sabían de computadoras usaban una red especializada sita en la región frontal izquierda del cerebro, la corteza prefrontal dorsolateral, [mientras que] los neófitos en Internet mostraban mínima o nula actividad en esa área, y bastaron cinco horas de práctica en internet para que se activaran en quienes no conocían la red. El lóbulo frontal es el que controla la memoria a corto plazo y la toma de decisiones. Al pasar horas frente al computador, se somete al cerebro a una lluvia de estímulos que produce estrés y limita el tiempo para reflexionar y tomar decisiones adecuadas.

"La afluencia de mensajes en mutua competencia que recibimos cuando entramos en Internet no sólo sobrecarga nuestra memoria de trabajo, sino que hace mucho más difícil que nuestros lóbulos frontales concentren nuestra atención en una sola cosa. El proceso de consolidación de la memoria no puede ni siquiera empezar. Y gracias una vez más a la plasticidad de nuestras vías neuronales, cuanto más usemos la Web, más entrenamos nuestro cerebro para distraerse, para procesar la información muy rápidamente y de manera muy eficiente, pero sin atención sostenida. Esto ayuda a explicar por qué a muchos de nosotros nos resulta difícil concentrarnos incluso cuando estamos lejos de nuestras computadoras." concluye Nicolás Carr ("Superficiales", p.235).

Internet nos ayuda a encontrar y compartir información en forma más rápida y eficiente, pero reduce nuestra capacidad para el pensamiento profundo. Y lo más preocupante es que este cambio ocurre a nivel biológico, en la estructura de nuestro cerebro, y es tanto más profundo cuanto más tiempo pasamos en línea.

¿Cómo podemos hacerle frente?

El psicólogo Marc Berman, de la Universidad de Michigan, nos ofrece una solución basada en un estudio que publicó en la revista Psychological Science a finales de 2008: gozar con la naturaleza. Con su equipo, “reclutó a unas tres docenas de personas y las sometió a una rigurosa y mentalmente fatigosa serie de pruebas diseñadas para medir la capacidad de su memoria de trabajo y su capacidad para ejercer control de arriba abajo sobre su atención. A continuación, los sujetos se dividieron en dos grupos. La mitad de ellos pasó aproximadamente una hora de caminata por un parque arbolado y aislado de la urbe; y la otra mitad pasó la misma cantidad de tiempo paseando por las calles del bullicioso centro. Ambos grupos realizaron las pruebas por segunda vez. Los que habían caminado por el parque, según descubrieron los investigadores, demostraron «un rendimiento significativamente mejor» en las pruebas cognitivas, lo que indica un aumento sustancial de su atención. Caminar en la ciudad, por el contrario, no condujo a ninguna mejora en los resultados de la prueba. Después, los investigadores realizaron un experimento similar con otro grupo de personas. En lugar de salir a caminar entre rondas de pruebas, estos voluntarios simplemente contemplaron fotografías de tranquilas escenas rurales, en un caso, o de ajetreo urbano, en el otro. Los resultados fueron los mismos. Las personas que miraban fotos de escenas de la naturaleza fueron capaces de ejercer un control mucho más fuerte sobre su atención, mientras que aquellos que miraban escenas de la ciudad no mostraron mejoría de su atención. «En síntesis —concluyeron los investigadores—, las interacciones simples y breves con la naturaleza pueden producir un marcado aumento del control cognitivo». Pasar tiempo en el mundo natural parece ser de «vital importancia» para «afectar al funcionamiento cognitivo».” (N.Carr, pp.263-264).

¡Descanse!
Foto personal, Parque Torres del Paine (Sur de Chile)