28 de octubre de 2016

Del código de barra al polvo inteligente

El código de barras moderno data de 1949 y fue desarrollado por Norman Woodland, licenciado y profesor del Instituto de Tecnología de Drexel, pero permaneció sin uso hasta 1973, cuando la industria del comercio alimentario lo eligió y lo llamó «código universal de productos» o «código de barras». En 1981 el ejército estadounidense comenzó a utilizarlo para etiquetar su equipamiento y luego Wal-Mart se convirtió en líder del sector gracias, en gran parte, a que le permitía un control instantáneo y global de su inventario. Hoy, más de cinco millones de códigos se escanean a diario en 140 países (Rheingold, "Multitudes inteligentes", p.126). Hoy se puede enlazar con una página web, donde la gente puede obtener información sobre el producto y su fabricante. Pero, en realidad, es una tecnología obsoleta. 

En los años ochenta aparecieron las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), que pueden almacenar, enviar y recibir información a través de señales de radio de corto alcance (hasta 30 metros). Las hay "activas" (que emiten por sí solas, pero sus minúsculas baterías se agotan rapidamente) y las "pasivas", que responden cuando son "interrogadas" por un lector cercano.

Los fabricantes y otros sectores vieron las ventajas de estas etiquetas y están empezando a reemplazar por ellas los códigos de barras. La generalización del reemplazo se produciría cuando el costo de cada etiqueta ronde el céntimo de dólar, lo que parece estarse logrando en estos días, gracias a una nueva tecnología de impresión por chorro de tinta y tintas electrónicas, capaz de imprimir etiquetas inteligentes en papel, plástico y tela.

Pero incluso esto parece ya del pasado: investigadores del Lawrence Berkeley National Laboratory de Berkeley (Estados Unidos) han fabricado un transistor de 1 nanómetro, un millonésimo de milímetro, llevando más allá una de las limitaciones físicas que las escalas tan reducidas imponen a los microchips actuales (Los transistores de los microchips de hoy en día rondan los 14 nanómetros) (El País, 24/10/2016).

Podrán ser parte del "polvo inteligente" (smart dust), un invento del Pentágono, una tecnología cuyos patrocinadores de DARPA conciben, sin duda alguna, como el último grito en sistemas invisibles de vigilancia. Un polvo cuya cada partícula -o "mota"- es en sí-mismo un computador capaz de unirse en red con otros y formar enjambres.
"Los productos derivados son impredecibles; los sensores en enjambre pueden mejorar la previsión atmosférica, la seguridad de los reactores nucleares, el control medioambiental, el control de inventarios y el control de la calidad del agua y los alimentos. No me extrañaría que la gente encontrase formas de aplicar las motas micromecánicas sensibles en enjambre a la cosmética, el espectáculo o la pornografía. Cuando el aire que respiramos nos observe, comprenderemos que los límites tradicionales entre información y materia han cambiado, aunque hoy la computación generalizada sea para nosotros una mera abstracción. Los ordenadores tenían el tamaño de una habitación en los años cincuenta; en los ochenta, eran como una mesa. Hoy podemos llevar en la mano potentes sistemas de computación y comunicación. Lo siguiente será perderlos de vista cuando se caigan en la alfombra. La frontera entre bits y átomos es el punto donde convergen todas las disciplinas de la realidad virtual, la realidad incrementada, las salas inteligentes, las interfaces tangibles y los ordenadores para llevar puestos." (Rheingold, p.129)
Más que nunca tendremos que estar atentos y combatir por mantener nuestra propiedad de los datos que podrían transmitir, en la línea de la "Inteligencia Humanística" postulada por Steve Mann (ver posteo anterior). Porque el polvo inteligente también estará "motorizado" y su efecto multiplicado por la inteligencia artificial, como advierte la consultora Gartner: "Después de una primera etapa en que los dispositivos individuales estarán dotados de inteligencia artificial, llegará una segunda etapa en que estos objetos comenzarán a cooperar y complementarse entre sí." (DiarioTI, 20/10/2016)

Por ello, se hará necesaria la formación de comunidades de lo que Mann denomina «espacio ciborg», de hombres que porten estos artilugios pero acuerden una estrategia defensiva contra la "tiranía tecnológica" (Rheingold, p.134).  Aquí también Stephen Hawking hace una advertencia:
"Si miramos hacia el futuro, no hay límites a lo que podemos lograr en este campo [I.A.]. No hay ninguna ley física que impida que las partículas en un sistema de inteligencia artificial se re-ordenen a sí mismas para realizar cálculos más complejos de los que somos capaces de hacer los seres humanos. Es perfectamente posible que se produzca un salto radical e inesperado. Como Irving Good ya apuntó en 1965, un sistema de inteligencia artificial puede decidir mejorar su propio diseño por su cuenta, dando lugar a lo que Vernor Vinge denominó una singularidad, o lo que Johny Depp llama Trascendencia en la reciente película que protagoniza." (Gizmodo, 5/03/2014)
Y Google acaba de anunciar un importante paso en esta dirección: su sistema de inteligencia artificial `Google Brain´ ha sido capaz de aprender a crear su propio cifrado sin necesidad de intervención humana. Una red neuronal cifra sus mensajes para enviarlos a otra red neuronal y una tercera intenta interceptarlos y decodificarlos. En los primeros intentos, el cifrado era bastante pobre y fueron decriptados, pero después de 15.000 repeticiones la tercera red fue incapaz de descubrir más de la mitad del contenido, una tasa similar a la que se puede obtener por pura casualidad. Lo más extraño (o lo inquietante) de este avance en las redes neuronales es que los investigadores no saben exactamente cómo funciona el método de cifrado exitoso (Xataka, 28/10/2016)
Y ya podemos imaginar una nueva forma de holografía: motas de polvo inteligente saliendo de una caja para formar figuras en el espacio. ¡No las vayamos a respirar! (Aunque las habrá para propósito de diagnóstico médico, que podrán desplazarse por nuestro cuerpo).

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