28 de julio de 2017

La personalización en conflicto con la creatividad

Como escribí en el post anterior, Google, Facebook y otros utilizan lo que observan de nuestro comportamiento en línea para seleccionar los contenidos que nos presentan, pretendiendo adelantarse a nuestros deseos. Esto no solo nos nos hace sordos y ciegos a opiniones e informaciones que se aparten de nuestro modo de pensar (es decir, en última instancia, a la realidad, que es por esencia diversa y compleja). Como ya advirtió Arthur Koestler, afecta severamente nuestra capacidas de crear.

Koestler describió la creatividad como «bisociación», intersección de dos «matrices» de pensamiento: «Descubrir algo es ver una analogía donde nadie la había visto antes. Un hallazgo a menudo significa simplemente descubrir algo que siempre ha estado ahí pero permanecía oculto a simple vista por las anteojeras del hábito.»
"Los expertos en el tema se muestran de acuerdo en que se trata de un proceso basado al menos en dos partes fundamentales: la producción de una innovación exige una gran cantidad de pensamiento generativo y divergente (la reestructuración y recombinación que describe Koestler). A continuación, hay que separar el grano de la paja (pensamiento convergente) y explorar las diversas posibilidades hasta dar con la que mejor se adecué a nuestros intereses." (Pariser, p.107)
Las plataformas - y sus métodos de personalización - no proporcionan serendipia (el tropezarse con lo accidental). Tampoco dejan vía libre a la curiosidad, igualmente necesaria para poder crear.

"Según el psicólogo George Lowenstein, la curiosidad se despierta cuando se nos presenta cierta «laguna de información». Se trata de una sensación de carencia. El envoltorio de un regalo nos priva del conocimiento de lo que hay dentro y, en consecuencia, se despierta nuestra curiosidad por el contenido. No obstante, para sentir curiosidad debemos ser conscientes de que se esconde algo. Dado que la burbuja de filtros oculta cosas de forma invisible, no nos vemos tan obligados a aprender sobre lo que no sabemos." Pariser, p.95)

Como decía Larry Lessig, profesor de Derecho y uno de los primeros teóricos del ciberespacio, «el código es la ley» y las plataformas, personalizadoras, nos imponen una ley que nos aleja de la realidad y pone en riesgo la democracia y contra la cual no tenemos recurso. para peor, como agrega pariser, "los ingenieros se resisten a la idea de que su trabajo conlleva consecuencias porales o políticas" (p.177). Además, 
"Hay que decir que se trata de un tipo curioso de ley, creada sin sistema judicial o legisladores y que se aplica casi a la perfección y al instante. Incluso con leyes antivandalismo en los libros, en el mundo físico aún se puede lanzar una piedra contra el escaparate de una tienda que no te gusta. Puede que incluso salgas impune. Pero si el vandalismo no forma parte del diseño de un mundo online, aquel resulta simplemente imposible. Intenta lanzar una piedra contra un escaparate virtual: solo obtendrás un error." (Pariser, p.176)
¿Serán los trolls una forma de aprovechar esa ley para vandalizarla? (La ley es tal que algunos ven un uso positivo de los trolls: vea la imagen adjunta -del sitio Simply Measured-.)

Referencias
Koestler. A. (2014): The Act of Creation, Last Century Media (reedición; 1° edición Dell Book, 1967)
Pariser, E. (2017): El filtro burbuja, Barcelona, Taurus.

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