13 de diciembre de 2018

La extraña economía de la información

En los dos posts pasados abordé los temas del e-comercio y de la publicidad en internet. Son parte de la "economías digital". Otro sector es el de la información que, como señala Jaron Lanier ("Who owns the future?") se comporta de una manera extraña.

La primera observación es que todos quieren obtener la información gratis: los lectores de la prensa, los usuarios de las redes sociales, las plataformas, las empresas.

En el caso de la prensa, las consecuencias han sido catastróficas para algunos y han puesto a la mayoría en una situación económica compleja. Algunos diarios logran mantenerse con muros de pago, gracias a la alta calidad de sus contenidos.

En el mundo de la investigación científica también aparece un trato económico escandaloso: las revistas de renombre no solo exigen un pago por leer los artículos, también hay editores que exigen de las bibliotecas universitarias la adquisición de paquetes de revistas. Pero, además, los autores deben pagar altas tarifas por publicar en dichas revistas. Es el negocio mas rentable del mundo, asevera la revista New Scientist: "Science journals are laughing all the way to the bank, locking the results of publicly funded research behind exorbitant paywalls." (21/11/2018). "Es un negocio redondo para las editoriales y ruinoso para las instituciones públicas, que terminan pagando dos veces: una en forma de fondos de financiación y otra en suscripciones para acceder a los resultados de las investigaciones que ellas mismas han financiado." (Xataka, 15/10/2018)

El matemático, medalla Fields, Timothy Gowers, de la Universidad de Cambridge, ha reunido en 2018 más de 17.200 científicos a través de su blog “The Cost of Knowledge”, para protestar contra las altas tarifas aplicadas por grupos editoriales como Elsevier, que controla unas 200 revistas científicas. Un grupo llamado cOAlition S, que exige que todas las investigaciones financiadas con fondos públicos estén disponibles gratuitamente, creado este año, no ha tenido el éxito esperado: “Only a minority of Europe’s 43 research funding bodies have signed up, and hoped-for participation from the US has failed to materialise.” (New Scientist, 21/11/2018)

Esta situación ha llevado a la creación de un sitio web, Sci-hub (http://sci-hub.cc/), que opera de modo similar a The Pirate Bay, poniendo a disposición de cualquiera de forma gratuita artículos de pago de las grandes revistas.

Felizmente se pueden encontrar más de 15.900 revistas científicas de acceso abierto en bases de datos como J4F (Journals Four Free), Open Access Library y otras. Y las mayoría de las revistas académicas en español del área de las comunicaciones son gratuitas.

Lanier pregunta quién es en realidad la fuente de la información La gente común, en la gran mayoría de los casos. y la proporciona sin retribución alguna, mientras quienes la recolectan la utilizan y la venden. "People are treated as small elements in a bigger information machine, when in fact people are the only sources or destinations of information, or indeed of any meaning to the machine at all." (p.4) Las más grandes fortunas actuales han sido construidas de esta manera. Pero este tipo de situación no puede perdurar. 
"In the long term, this way of using network technology is not even good for the richest and most powerful players, because their ultimate source of wealth can only be a growing economy. Pretending that data came from the heavens instead of from people can't help but eventually shrink the overall economy.
The more advanced technology becomes, the more all activity becomes mediated by information tools. Therefore, as our economy turns more fully into an information economy, it will only grow if more information is monetized, instead of less. That's not what we're doing."
(p.11)

En relación a los emisores, estamos ante una economía en que "el ganador se lleva todo", agrega Lanier (p.13-16): las plataformas son las que se enriquecen y son las más valoradas por los accionistas (El gráfico muestra como avanza un ganador como Netflix).

Lo justo sería pagar a las fuentes por lo que entregan y cobrar de acuerdo al uso, lo que se aleja notablemente del modelo actual, el cual no podrá sobrevivir, según Lanier. Así la curva de distribución de los beneficios sería una curva normal (en forma de campana) y no la exponencial que estamos sufriendo y que amplifica los riesgos.

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