8 de mayo de 2015

¿Que nos reserva la Internet de las Cosas?


Amazon ha lanzado un botón que se puede fijar en un electrodomético y que, pulsado, ordena automáticamente el reabastecimiento de un determinado producto. Ésta es una muestra de la creatividad en materia de nuevos servicios en el campo de la Internet de las Cosas (IoT). No pasará mucho tiempo antes de que, incluso, ya no será necesario pulsar el botón, dicen los expertos (el mismo envase podría avisar cuanto esté casi vacío).


¿Su cepillo de dientes avisando a su dentista si no lo usa todos los días o si cepilla mal? ¿Un estacionamiento "sabiendo" de antemano cuanto tiempo se podría quedar, si es usuario habitual, y, así, avisando a otro usuario de un posible lugar pronto disponible? Tiendas enviándole ofertas cuando se acerca o recordándole que hace tiempo que las visita. Etc. La cantidad de funciones posibles es inimaginable. Ya hay compañías de seguro que instalan un transmisor en coches actuales para supervisar diversas funciones (y la manera de conducir) y ajustan en consecuencia la póliza de seguro.

Los objetos podrán ser miles (se ha hablado de 5.000) por cada persona y podrían llegar a intercambiar información entre sí. Nadie sabe lo que podrá ocurrir y muchos se preguntan cuan controlada podría llegar a ser nuestra vida. No es solo una cuestión de pérdida de privacidad, campo que muchos han dejado ya de evaluar, cediéndola con sus smartphones. Pero las autoridades de varios países están preocupadas y la FTC publicó en enero un informe acerca de los problemas que visualiza. Recuerda que los datos generados tienen un valor comercial y que cada cual debería poder controlar el uso que se les da (y si los cede o no).

Chris Rouland, fundador y CEO de la Bastille, una empresa que busca y analiza dispositivos IoT para mitigar sus amenazas de seguridad, ve la vida privada en la IoT como equivalentes a la etiqueta "orgánico" en los alimentos: algo por lo que los usuarios pueden pagar: "Veo una oportunidad de pagar una prima para retener mis propios datos, o al menos garantizar que mis datos sean desatribuidos de mí". 

Otros quieren poner el control más claramente en manos de la persona, dándoles el poder de decidir quién puede acceder a sus datos. James Schmidt, director de gestión de producto EMEA, socio de Intel Segurity, considera que podría ser transaccional, la gente aceptando renunciar a algunos datos para obtener recompensa, como ya ocurre con las apps.

Usman Haque, fundador de Thingful (lo que él llama un motor de búsqueda de la IoT), dice que la gente debe ser capaz de establecer sus propias reglas en cuanto a lo que los dispositivos pueden intercambiar entre sí, y qué información compartir con los proveedores. "Puedo hacer que los datos disponibles vayan en tiempo real a mi médico, pero podría delegar el acceso a las cifras mensuales a mi madre", explica. "La privacidad tiene que ser granular".

Rob van Kranenberg propone un sistema en el que la gente podría subastar sus datos en una versión IoT de eBay, vendiéndolos a entidades comerciales si así lo desean. Podría surgir un nuevo mercado de datos en los que sus propietarios son  participantes y beneficiarios. (The Guardian, 7/04/2015)

Al vender un objeto conectado (o conectable, lo cual sería más correcto), lo primero que debería hacerse es informar con claridad al comprador de todas sus funciones telemáticas, y qué significa eso en términos de privacidad y protección de la intimidad. En el caso de un auto, por ejemplo, "la localización exacta del coche mediante GPS, dónde ha estado, o dónde va, de a qué hora usa el coche ese conductor, de la información de la velocidad a la que está conduciendo, de los frenazos que pega, de la música que escucha (por ejemplo por streaming), de las búsquedas que ha realizado (en Google, por ejemplo), o de lo que consume su coche, entre otras muchas cosas". "Y todo esto hay personas que entienden que no le interesa a nadie más que a ellos". (Xataka, 7/04/2015)

Para algunos la IoT significa el paso de la "era de la información" a la "era de la inteligencia", caracterizada por la interconexión de los objetos "inteligentes", que podrán (?) "mejorar el estilo de vida (Mark Spates, ejecutivo de Logitech, en Gigaom.com, 8/04/2015). Ya existen los primeros objetos de este tipo, como los termostatos Nest que ajustan la temperatura automáticamente después de haber aprendio las costumbres de sus usuarios. Zuli hará lo mismo con la temperatura, la luz y la música ambiental. Spire recuerda respirar mejor cuando su usuario se pone tenso. (Ya he hablado del procesador Snapdragon 820, de Qualcom, que proporcionará a los dispositivos estas capacidades de aprendizaje con su plataforma Zeroth.)

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